POLÍTICA Y CORRUPCIÓN
La corrupción
se ha vuelto el pan de cada día y tema de nunca acabar en los noticieros y diarios
del país, una mala costumbre, parece ser que el termino corrupción es inherente
a la política o todo lo que tenga relación con en el manejo de la cosa pública,
pero no es un problema exclusivo de los gobiernos ni de los organismos de control
y vigilancia del estado, es un problema de todos y, como tal, así lo debemos
asumir los colombianos. La magnitud de lo que este problema ha representado
para el universo ético de la colectividad colombiana, se ha traducido en un
verdadero caos, lo cual exige una lucha afondo, de verdad, contra este flagelo
Colombia, potencia mundial. Por: Matado. Recuperado de: http://www.eltiempo.com/opinion/caricaturas/matador/16589355
Para empezar
debemos ser conscientes que de alguna forma somos parte del problema, si,
nosotros, el pueblo, que mal que bien deposita su confianza en los representantes
a través de elecciones libres; sin embargo muchas veces esa decisión va ligada
a otros intereses o creencias y le restamos la importancia que amerita, por
otro lado están los representantes, que
presuntamente van a gestionar proyectos y administrar los dineros públicos con vistas
al bien común, cuentan con ideales y planes que venden de la manera más
convincente, hasta ahora todo parece
normal, entonces entra un tercer actor,
aquel que ofrece ganancias a los
representantes si le favorecen de una forma especial, o que otorga favores a cambio de otro favor, quebrantando
la ley y hurtando lo que le pertenece al pueblo. En este juego se escurre dinero público hacia arcas
privadas, y actualmente en cantidades astronómicas; un dinero que no solo es de
todos, sino que además después se reclama a ciudadanos que forman parte del
pueblo, y son los engañados por los otros dos actores.
La
ética no pretende de ser el salva vidas a los problemas que enfrenta la
administración pública, ni la varita mágica para acabar con la corrupción, pero
sí que urge concebir una ética pública que sirva de antídoto frente a la
corrupción, que la ética sea la herramienta para combatirla. Esa barrera que
ayude a frenar el mar de corrupción. La ética aplicada a la función pública es esencial
porque tiene como eje central la idea de servicio, es decir, las tareas y
actividades que realizan gobernantes y funcionarios públicos están orientadas a
la satisfacción las necesidades de todos y no el bien propio, como se ha venido
evidenciando en las populares familias de políticos que a través de las generaciones
siguen gobernando y aumentado su poder.
La
ética es importante mecanismo de control que permitirá realzar la calidad de la
administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e
íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos La ética de
la función pública es la ciencia del buen comportamiento en el servicio a la
ciudadanía, “ética pública”, incorporar en el êthos, en el carácter de las
personas y de los pueblos esas formas de actuar, que son las propias de gentes
cabales, hace parte de la solución
optima que permita frenar la
arbitrariedad en el uso del poder público, un factor vital para la creación y
el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones, para
convertir todo esto en hábito, en costumbre, en lo que debe ser y lo que
debemos exigir, porque eso también hace parte de la ética de cada persona,
reclamar por lo que consideramos incorrecto y vulnera nuestros derechos y
nuestra dignidad.
Como
estudiantes del curso de ética y abordando los temas del contenido del curso,
visto desde este contexto reconocemos cómo en las definiciones propuestas anteriormente
sobre corrupción se presentan como trasfondo elementos sobre ética y moral. La
primera (la ética) enfocada a nuestro actuar, un parámetro que nos permite
autorregularnos para saber, comparativamente y desde la construcción social y
cultural dado un momento específico, qué puedo hacer y qué me está prohibido
hacer, expresiones que definen la corrupción, tales como: “aquella acción u
omisión del servidor público que lo convierten en un ser desleal. La segunda
(la moral) nos muestra la costumbre sobresaliente, es la experiencia especifica
de la ética en la tensión, construcción, reconstrucción de su significado desde
la práctica; la moral como ciencia que trata del bien y de las acciones humanas
en orden a su bondad o malicia, la moral, en cuanto costumbre, se concreta en
la norma que entra a ser reguladora de lo que hacemos nosotros a través de
nuestros actos humanos.
"Es
necesario contar con la sociedad civil para salir de las crisis, de tal forma
que nuestros países queden fortalecidos para abordar los retos del presente y
del futuro, tomando en serio aquellos valores por los que, en buena ley,
deberíamos actuar. Rescatar a la ética e implicar a la sociedad en su
recuperación se hace en base a propuestas creíbles y viables. Es tiempo de
sinergias, de intentar conjugar los esfuerzos de los distintos actores
sociales, si es que queremos estar a la altura de lo que exige la ética del
siglo XXI".[1]
Adela Cortina
[1]
Adela Cortina denuncia que la corrupción genera pobreza VALENCIAPLAZA.COM.
12/02/2015 Ha coordinado 'La responsabilidad ética de la sociedad', publicado
por Cajamar. Disponible en http://epoca1.valenciaplaza.com/ver/149475/adela-cortina-denuncia-que-la-corrupcion-genera-pobreza.html